Cómo Emigrar

7 malas costumbres que debes dejar si piensas emigrar de Venezuela

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Emigrar no es fácil. Si mudarse de vivienda es laborioso y delicado, ni pensar lo que acarrea mudarse de país. Llegar a un entorno por conocer, donde personas distintas usan palabras diferentes y ponen en práctica costumbres totalmente nuevas, son cosas a las que se debe adaptar el que desfila por la obra de Carlos Cruz Diez con la esperanza de iniciar una vida distinta.

A pesar de las múltiples recomendaciones, el que emigra no sabe a lo que se enfrenta hasta que llega al lugar donde planea establecer su nuevo hogar y a tan solo minutos después empieza a aflorar sus mañas.

Aquí te presentamos una lista de algunas de las malas manías que los venezolanos debemos dejar atrás cuando llegamos a una nueva república. Costumbres que harían de nuestro país algo distinto si las hubiésemos puesto en práctica desde un principio, allá, cuando no era necesario salir.

1. El semáforo en rojo se respeta.
Eso de solamente ver hacia los lados de la carretera y cruzar sin subir la mirada al semáforo es cosa del pasado. Si bien, los carros no van a la velocidad que irían en la autopista Francisco Fajardo de Caracas, el paso de peatón está para respetarse. Tanto para el ciudadano que va a pie como para el conductor que de arrollar a algún ciudadano deberá pagar una buena multa e indemnización a la víctima. Así no le quedan más ganas.

2. Los autobuses y sus paradas.
“Señor, por favor me deja donde pueda”, no se llama ninguna parada en España, Panamá o Estados Unidos. Ni se te ocurra pelear con el chofer si no te dejó justo en la puerta del lugar a donde ibas, ellos solo cumplen con detenerse en sus paradas determinadas. Si no te adaptas a esto lo mejor es que vayas a pie.

3. La basura en su lugar.
Mientras que en Venezuela los contenedores de basura solo son noticia cuando localizan un cadáver dentro, en otros países con cultura ecológica es común verlos ordenados por colores. El amarillo es para el plástico, el azul para el papel, el verde para el vidrio y el naranja para botar el aceite que te sobre en la cocina. Si no tienes tiempo para clasificar la basura, el gris será tu color. Lo importante es que ningún desperdicio quede afuera.

4. O te adaptas, o te adaptas.
Aunque suene como una de las cosas más difíciles de hacer, lo mejor es que poco a poco vayas sumando a tu memoria las palabras propias de tu nuevo país de residencia. Comunicarse es una de las principales necesidades del ser humano, así que si quieres que te entiendan comienza por abrir tu mente y adaptarte, aunque sabemos que llevará tiempo.

5. Nuevo país, nuevas personas.
No te lamentes o termines cayéndole a golpes a tus nuevos vecinos si en vez de pedirte permiso, solo parecen gritarte “perdón” o soltar un tajante “¿me dejas pasar?” como si lo estuvieras agarrando de las manos. Las personas siempre tendrán un carácter distinto al tuyo, sencillamente porque también fueron criados de forma distinta a la tuya. Y esto no quiere decir que sean malos o buenos, por eso, solo es su manera de comunicarse, muchas veces tajante. No esperes ese “mi amor” venezolano, porque no lo vas a volver a escuchar.

6. La impuntualidad no ayuda.
Hay un horario para verano y otro para invierno que te viven recalcando las 24 horas al día, así que no hay excusa para que llegues tarde, ni siquiera a tu boda. La puntualidad es esencial y más cuando no vas a tener la excusa de que hubo retraso en el metro, así que lo mejor es que te acostumbres a llegar temprano a tus citas.

7. No te pases de vivo.
El que no cumple con las leyes es sancionado, el que hace algo mal, es denunciado. En otros países las cosas no se arreglan con un “nos vemos a la salida” sino en un juicio. Haz las cosas correctas para que en consecuencia, te salgan correctas. Tirársela de vivo no es la solución en un entorno que además no has terminado de conocer.

Aunque al final, no se aprende por cabeza ajena sino en el momento en el que te toca vivirlo, el mejor consejo es irse con la certeza de que nada va a ser igual. Si, extrañar es válido pero no sentarse a llorar por semanas cuando ya se ha dado el primer paso.

Abre tu mente, tus ideas, moldéate a lo bueno y deja atrás lo malo. El hecho de que hayas estado haciendo algo durante toda tu vida: 25 o 40 años, no quiere decir que siempre lo hayas hecho bien. Nunca es tarde para convertirse en un mejor ciudadano y además dejar tu país de origen en alto.

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